Tuesday, January 18, 2011

Autorretrato del Hombre/Eros


Eros es el yo que se escapa
por las fibras de mis huesos
desde antiguo habitante
que solitario divagó desnudo
la tierra y las estrellas en un mismo roce
y que descubrió en las cosas
la ardiente sensación de una carne,
el erotizante poder de un verbo,
el infinito poder de una erección.

El Eros es el dios que se encarna
para endiosar el culto a la carne
desde el rito del juego que seduce y excita
que encarcela y libera en un mismo acto
unas manos, unos labios, unos senos, unos vellos
hasta el encuentro con ese Yo animal y primitivo,
inocentemente salvaje y tierno que acecha,
que hace de la piel uno instrumento de placer
que hace estremecer los cuerpos en un cálido susurro

Mi Eros es un ángel terrible sin fronteras
más allá de las que dicta su hombre y sus hambres;
un cuerpo y espíritu en un mismo acto de encuentros
en donde hace de su piel un poema profano
que hace de la anarquía la excitante materia de sus ganas
con un recuerdo tatuado de cada amante y amor
que se sacude en las alas húmedas y temblorosas
de ese querubín natural e imbatible sin tiempos
que hace del dulce pecado su más sabia oración.

Eros, mi íntimo y tangible infinito Eros,
es un Yo que es capitán y barco
navegando el sudor y la sabia de unos cuerpos
poesía y piel sintonía con ese Yo multiplicado;
es el uno más uno tal vez más uno
pero al final la suma que se resume en un orgasmo
cuando las carnes se vuelven mares salados
y sobre alguna libreta una sirena canta desnuda a lo lejos
al Eros que es dios, hombre y barco en un mismo contacto.

Monday, January 17, 2011

Una a una frente al espejo...


Te miro y tú miras.
Una a una frente al espejo
eres silueta entretejiendo miradas
sin que te mires ni nos miremos,
tatuado en tus húmedos y temblorosos ojos
la forma de mi pene y la sensación de mi aliento,
sintiendo entre tus dedos el salado sabor
de mi néctar como rocío mañanero sobre tus pechos.

Te huelo y tú hueles.
Una a una frente al espejo
el reflejo de tus deseos se vuelve obsceno
como pensarte inventando posiciones sobre el vértigo
humedeciendo con mi saliva la cueva de tu sexo
excitando mis neuronas con la soecidad de tus verbos
que se enredan en la fantaseadas realidades entre tus nalgas
que hace gestar en mi pecho jadeantes gemidos que te nombran.

Te toco y tú tocas.
Una a una frente al espejo
eres más que unas manos recorriendo una excitada carne,
más que un aliento perdido en el vapor de un pecho,
más que unos dedos descubriendo el íntimo sonido de tu vagina,
aún más que la electrizante sensación del auto roce de tus pezones
cuando caen la sombras y las estrellas se desnudan sobre tu cuerpo
al quedar sobre el esmalte rojo de tu pie el último suspiro de mi miembro.

Saturday, January 8, 2011

Y la palabra de hizo carne...


Y la palabra de hizo carne
y se desnudo ante mis ojos
y mis ojos dibujaron la forma
de un cuello erecto,
de unos senos latientes,
de un vientre claroscuro,
de una vulva húmeda;
la letra se escapó de la página
a tu boca y su curiosa lengua,
a tu mirada de ojos exorbitados
a tus veinte dedos de punta,
a tus escasos vellos atentos,
a tu sudor entre tus pechos
al orgasmo que se escapa en el grito;
los silencios se dispersaron sobre la silla
al caer disimulados y lentos
de tu labio colorido latiente
de tu quijada de movimientos inconscientes,
del tu pezón izquierdo levantado,
de tu ombligo inundado de semen,
del labio de tu vagina entreabierta al espasmo;
el poema gime sobre los dedos del poeta
justo sobre la mesa en donde el poema se vuelve hembra
cuando el verbo se vuelve poliforme y cuestionador,
cuando los adverbios desnudan sus deseos incontables,
cuando los signos son jeroglíficos de de claves Morse de momentos,
cuando el decir se hace incensario ante el toque de unos dedos
cuando escribo con mi miembro un verso indescifrable entre tus piernas.