Tuesday, October 7, 2008

Verde que te deseo verde...

Verde que te deseo verde,
verde pecho en donde arde grande,
el calor húmedo al filo de tu pezón inquieto,
el derecho en donde germina un poema suave,
el izquierdo en donde un verso vibra lento,
los colores que se transmutan en dos sabores
más allá de de la sensación de tu silencio
cuando tu mirada encubre un orgasmo fugaz
y cada vello erecto de tu cuerpo invita al pecado
en el verde monte como el que suda entre tus piernas,
el contacto exacto de mis manos apalabradas
o el rojo, rojo que me excito rojo, al filo
de tus senos como islas donde naufragan los ojos,
el contacto de tu sexo donde se cocina un latido
al paso de los sentidos que nombran las miradas
cuando mis dedos se posan sobre las letras
que me llevan a tu vientre casi exacto, casi tacto,
bajando cuesta abajo a tus pies con mi lengua,
subiendo cuello arriba con la nariz traviesa,
gateando espalda abajo con mi pecho intranquilo,
escalando dispuesto tus nalgas desveladas de ganas,
acampando camuflageado en alguno de tus párpados
cuando verde que te deseo verde,
verde isla desde la distancia de un suspiro,
verde mar como la ola salada que baja por tu cuello,
es que también a veces te deseo roja,
roja sangre, roja lengua, rojo clítoris al filo del toque;
es que muchas veces una foto tuya se me hace tan pequeña
que hago colores con mi miembro y ni te enteras.

Monday, September 22, 2008

Cuesta abajo...

Cuesta abajo de tus pechos
un calor a cielo, un calor a infierno late.
En el valle de tu vientre florecen las ganas
por la vía que dejó una lengua tímida
que corrió desbocada entretejiendo vellos
erizando gemidos finos como el suspiro de Dios
o del ángel que voló tras de tu sombra
y dejó caer una lágrima de hielo cerca de tu sexo
o el éxtasis de un Zeus, solo, en un monte sin Venus
en un río de silencio en la barca que conduce a quién sabe dónde.

Cuesta abajo tus pechos
la sombra en vértigo de tus pezones erectos y conversos
en el trazo de unos dedos a medio sudar, a medio rechinar,
a medio latir entre los intensos exploradores
viniéndose en caricias y silencios cerca de tus huesos
cerca de donde tus ojos pierden la forma y la norma
la cercanía del horno de tu sexo en donde se cuece
a fuego lento un orgasmo agridulce como mar
en tu piel en donde se tatúa con una mirada inquieta
el inquieto verso azulado de un pequeño dios.

Cuesta abajo de tus pechos
el último suspiro del último hombre sobre tu carne,
la silueta de la penúltima venida al borde solemne de tu sexo,
el olor de los últimos dedos que deambularon tu espalda,
un cubo derretido en la geometría de tu vientre inmenso;
es que no hubo otra opción y no la hay
es que calló la luz, la sombra corrió por la noche
tu vagina húmeda balbuceó el deseo de aquel miembro
que horas antes transito los espacios huecos de una imagen
en donde un hombre transcribe un orgasmo a recién estrenar.

Thursday, August 7, 2008

Cayó...

Cayó la luz escurridiza
florecieron sobre tu piel sombras
que nombraron cada poro de tu carne
en un bautizo sin dioses o altares
sin estigmas ni paradigmas

Cayó la ropa como hojas,
quedó tu carne vestida de una mirada
que cabalgaba por tus pechos temblorosos
hasta acampar en tu pezón derecho
con una erección de pupilas palpitantes.

Cayó el calendario,
tus cuatro décadas se esfumaron entre inciensos,
unos dedos se esfumaron vientre abajo
en donde ardía entre montes de brumas
un orgasmo bullendo a fuego lento y azul.

Cayó el día y la noche,
sobre tus cueros flores hincaron sus formas
en el olor de antiguos amantes trasnochados
que exploraron indecisos la silueta de tu hembra
la que un poeta supo desnudar entre palabras y olas.

Cayó tu voz y tu mirada,
tus ojos escaparon de la imagen y la imaginación;
quedaron tus labios rojos de deseos y esperas,
tus pechos caídos elevados por las ganas;
quedó el sabor de una lengua latiendo por tu espalda.

Cayó la palabra empedrada como tu cuello,
cayó el papiro en donde se tatuaba con tinta tu nombre,
cayó tu gemido bajo tu almohada sudada y olorosa,
cayó el jugo húmedo de tu sexo sobre una página,
pero aún no ha caído la palabra que callaste bajo un miembro erecto.

Thursday, May 29, 2008

Cuando se escapa la luz y queda...

Se escapo la luz entre tus piernas,
los colores corrieron desbocados en estampida:
un verde hincó raíces sobre tus ojos
en donde la forma de un hombre se reflejaba desnuda;
un amarillo se incrustó entre medio de tus pechos
en donde germinaba un calor semivestido;
un azul bajó por tu espalda sudada y entrecortada
hasta encuevarse entre tus nalgas erizadas y astutas;
un rojo se derritió cuesta abajo por los vellos de tu vientre
hasta transmutarse en un gemido suave
entre tus labios húmedamente escurridizos;
cayeron las sombras pesadas como juicios,
el gris tomó la carne y habitó cada rincón de tu silencio;
fue el día, fue la noche, fue el ocaso y el alba a un mismo tiempo,
fue tu carne fluorescente en las escarchas de una sábana arrugada
en donde se firmó con semen cálido y temblusco la palabra amor
cuando tus ojos se cerraban y tus pies marcaban el camino
a la cueva en donde se cocía lentamente una hostia con mi nombre
y tus manos caían sobre una cama deshabitada de vírgenes y dioses
cuando tus dedos tecleaban sobre el aire la trascripción de un grito.
Es que ahora que te miro de cerca y en clandestinamente,
los colores se reducen a unos pocos
y las ganas se multiplican a cada segundo
en cada rincón que te nombra hembra
es que me doy cuenta que dejaste
sobre mi memoria colgando tus matices
y mi carne con una sensación a cambas
con un pincel vibrando entre las piernas.

Wednesday, January 2, 2008

Una a una frente al espejo eres imagen ...

Una a una frente al espejo eres imagen
y en el inicio que se hace verso: reflejo;
eres la metáfora de un toque circulado
en cada uno de tus astutos pechos
aliento frente a aliento como mirada
naufragando en los parajes de tu adentro,
salpicación de deseos en cada riso de tu pelo,
frente a frente tu mirada un orgasmo de aguas
como tu cuerpo en posición de deseos
cada músculo articulando la palabra sexo,
dividiendo al ritmo del contacto la palabra tó-ma-me
a varias voces como un concierto de sombras
a la luz de la vela piel a piel sobre el otro
oscuridad a oscuridad sobre una luz tenue entre tus piernas
en el momento exacto en donde el silencio grita callado.
Es que la luz corrió un sepia antiguo poseyó tu figura
las palabras se hicieron antiguas y habitaron las horas
a lo lejos un poeta te mira desnudo sobre una cama
masturbando el sabor de las palabras que giran en espiral
provocando una venida cíclica sobre la luz tímida
que acaricia cada rincón de tu carne donde habitan las letras
con una canción arabesca de fondo entre tú y ella
como una mirada a un pasado que repite su historia
como la de la mujer en una imagen frente a ella misma
admirando la gloria de un orgasmo colorido
con las piernas abiertas y una cueva humeando el deseo
esperando la llegada de un hombre/poeta desterrado
que una vez vio la gloria en el deseo de tu carne que se hizo piel
en aquel rincón en que te mirabas frente a frente con tu fantasma
mientras el cristal se empañaba y se chorreba tu imagen
mientras yo me chorreaba frente a frente a tus dos mujeres descalzas.