Monday, September 22, 2008

Cuesta abajo...

Cuesta abajo de tus pechos
un calor a cielo, un calor a infierno late.
En el valle de tu vientre florecen las ganas
por la vía que dejó una lengua tímida
que corrió desbocada entretejiendo vellos
erizando gemidos finos como el suspiro de Dios
o del ángel que voló tras de tu sombra
y dejó caer una lágrima de hielo cerca de tu sexo
o el éxtasis de un Zeus, solo, en un monte sin Venus
en un río de silencio en la barca que conduce a quién sabe dónde.

Cuesta abajo tus pechos
la sombra en vértigo de tus pezones erectos y conversos
en el trazo de unos dedos a medio sudar, a medio rechinar,
a medio latir entre los intensos exploradores
viniéndose en caricias y silencios cerca de tus huesos
cerca de donde tus ojos pierden la forma y la norma
la cercanía del horno de tu sexo en donde se cuece
a fuego lento un orgasmo agridulce como mar
en tu piel en donde se tatúa con una mirada inquieta
el inquieto verso azulado de un pequeño dios.

Cuesta abajo de tus pechos
el último suspiro del último hombre sobre tu carne,
la silueta de la penúltima venida al borde solemne de tu sexo,
el olor de los últimos dedos que deambularon tu espalda,
un cubo derretido en la geometría de tu vientre inmenso;
es que no hubo otra opción y no la hay
es que calló la luz, la sombra corrió por la noche
tu vagina húmeda balbuceó el deseo de aquel miembro
que horas antes transito los espacios huecos de una imagen
en donde un hombre transcribe un orgasmo a recién estrenar.

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