Thursday, August 7, 2008

Cayó...

Cayó la luz escurridiza
florecieron sobre tu piel sombras
que nombraron cada poro de tu carne
en un bautizo sin dioses o altares
sin estigmas ni paradigmas

Cayó la ropa como hojas,
quedó tu carne vestida de una mirada
que cabalgaba por tus pechos temblorosos
hasta acampar en tu pezón derecho
con una erección de pupilas palpitantes.

Cayó el calendario,
tus cuatro décadas se esfumaron entre inciensos,
unos dedos se esfumaron vientre abajo
en donde ardía entre montes de brumas
un orgasmo bullendo a fuego lento y azul.

Cayó el día y la noche,
sobre tus cueros flores hincaron sus formas
en el olor de antiguos amantes trasnochados
que exploraron indecisos la silueta de tu hembra
la que un poeta supo desnudar entre palabras y olas.

Cayó tu voz y tu mirada,
tus ojos escaparon de la imagen y la imaginación;
quedaron tus labios rojos de deseos y esperas,
tus pechos caídos elevados por las ganas;
quedó el sabor de una lengua latiendo por tu espalda.

Cayó la palabra empedrada como tu cuello,
cayó el papiro en donde se tatuaba con tinta tu nombre,
cayó tu gemido bajo tu almohada sudada y olorosa,
cayó el jugo húmedo de tu sexo sobre una página,
pero aún no ha caído la palabra que callaste bajo un miembro erecto.