Cuesta abajo de tus pechos erguidos,
de tus volcanes seducidos por la inercia,
de la cima de tus pezones dulces como fruta,
de tus costillas saladas como mar,
justo al toque de unos dedos y una lengua,
de tu vientre ancho como costa desnuda,
salvajes y temblorosas al contacto de unas manos,
amplio como el deseo en cada uno de tus poro,
de tu ombligo como ojo mudo,
como caverna donde se esconde astuto el deseo,
oscuro como algunas ganas que te nombran en silencio,
más abajo en ese llano ausente arbustos,
deseado desierto en donde acampan tantas ganas,
continente indomable de mis hambres sin tiempo,
justo ahí donde el color corrió,
donde se pinto en blanco y negro un orgasmo,
en donde la noche y el día corrieron a un mismo encuentro,
donde la luz y la sombra te tocaron a contratiempo
sin que mediara palabra o la erección de tus vellos,
ahí justo ahí mismo
donde tus dedos hace poco se humedecieron
de tus transparentes y deletreantes líquidos salvajes,
Justo ahí
en donde el vivir es una muerte silenciosa y agridulce
hay un temblor de estrellas naciendo de mis ojos,
un deseo que te llama y se viene tantas veces
sobre una cama que te espera y me reclamo al punto del grito
y justo ahí, cuesta abajo al filo de tu sexo
se cuece un ansia con el deseo de mi hombre
cuando tu clítoris dibuja sobre tus sábanas mi nombre.