Se escapo la luz entre tus piernas,
los colores corrieron desbocados en estampida:
un verde hincó raíces sobre tus ojos
en donde la forma de un hombre se reflejaba desnuda;
un amarillo se incrustó entre medio de tus pechos
en donde germinaba un calor semivestido;
un azul bajó por tu espalda sudada y entrecortada
hasta encuevarse entre tus nalgas erizadas y astutas;
un rojo se derritió cuesta abajo por los vellos de tu vientre
hasta transmutarse en un gemido suave
entre tus labios húmedamente escurridizos;
cayeron las sombras pesadas como juicios,
el gris tomó la carne y habitó cada rincón de tu silencio;
fue el día, fue la noche, fue el ocaso y el alba a un mismo tiempo,
fue tu carne fluorescente en las escarchas de una sábana arrugada
en donde se firmó con semen cálido y temblusco la palabra amor
cuando tus ojos se cerraban y tus pies marcaban el camino
a la cueva en donde se cocía lentamente una hostia con mi nombre
y tus manos caían sobre una cama deshabitada de vírgenes y dioses
cuando tus dedos tecleaban sobre el aire la trascripción de un grito.
Es que ahora que te miro de cerca y en clandestinamente,
los colores se reducen a unos pocos
y las ganas se multiplican a cada segundo
en cada rincón que te nombra hembra
es que me doy cuenta que dejaste
sobre mi memoria colgando tus matices
y mi carne con una sensación a cambas
con un pincel vibrando entre las piernas.
Thursday, May 29, 2008
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